jueves, 24 de septiembre de 2009

SEMBLANZA DE UN CAMPESINO COLONIZADOR DEL SARARE: A PUNTO DE SER EXTRADITADO POR PRESUNTOS DELITOS QUE NO COMETIÓ




La historia del campesino JOSÉ JOAQUÍN MONTES OVALLES, colono de la Región del Sarare, en Arauca, está marcada por la historia de un proceso de colonización a sangre y fuego, donde miles de campesinos huyen despavoridos de la violencia oficial y partidista de mediados del Siglo Veinte y se refugian en un recodo de la geografía nacional para guarecerse de la horda de pájaros oficiales que deambulan por los campos azolándolos, con la mirada complaciente del gobierno de turno.
Esta historia se teje en el marco de un paisaje exuberante y pródigo en riquezas naturales, que recibe a los errantes peregrinos entre chubascos vespertinos, lluvias frescas y torrenciales, que inundan los ríos que cubren este agreste y silvestre paisaje, hasta desbordarlos y producir temor a los incrédulos visitantes
Su padre, un curtido hombre por el trasegar de la vida, que llegó a esta Región con una hacha al hombro, una mujer y diez hijos, para reventar a golpe de jornal, la tupida y enmarañada selva que los recibió palpitante, en cuyas entrañas se construiría el Proyecto de Colonización más grande y promisorio que imaginación alguna llegase a sospechar.
En la primera infancia, el inocente campesino, hoy enjuiciado, arribó con su numerosa familia, precisamente el día en que el PAPA, visita por primera vez a Colombia: PABLO VI. ¡Qué extraña casualidad! Un 28 de agosto de 1968, mientras la cúpula de la iglesia católica se aprestaba a celebrar su Congreso Eucarístico, esta humilde familia campesina arrinconada por la violencia, se refugiaba en esta próspera y misteriosa Región del país.
Se inicia así, un nuevo Proyecto de vida para quienes tomaron la decisión de morar y permanecer en él, en un proceso de transformación paulatino del paisaje. Renace la ilusión de los ranchos construidos con manos laboriosas e inocentes y por las tardes al caer el sol, emerge la pesca de las más variadas y deliciosas especies: cachamas, coporos, palometas, bagres; que alegre traía por las tardes a la casa, para ayudar a alimentar a sus diez hermanos que esperaban con ansiedad el fruto de la más tierna aventura.
En esta época, es tan solo un niño, alegre, radiante y henchido de felicidad, propio de sus años primorosos, es el lazarillo de su padre. Desde muy temprana edad aprendió las artes de la caza, la pesca, a cabalgar, nadar y a desafiar las torrenciales aguas de los caudalosos ríos que cubren la geografía del Departamento del Arauca. También aprendió las artes de la agricultura, la siembra de la yuca, el plátano, maíz y cacao, semillas que brotaban pródigas para ofrecer a los campesinos, el sustento, en recompensa a su trabajo.
Ingresó a la escuela “Las Américas”, a realizar la educación primaria y en ella se destacó en los números; la Matemática era su materia favorita y los profesores lo admiraban por las operaciones numéricas y el cálculo mental, porque en ellas, con asombrosa agilidad descifraba cantidades.
Gracias a sus destrezas físicas de gran jinete y agilidad para identificar las clases de ganado vacuno y calcular su peso, consiguió su primer trabajo. Su primera travesía solo y con responsabilidad, la realizó cuando arribó a Tame, desafiando las inclemencias de la naturaleza. Travesía que realizaba en tres jornadas: de Saravena a Fortul, cuando este rico Municipio, era tan solo un paradero de ganado. De Fortul a Tame y de allí llegaban a su destino final. Como no había carretera, este viaje se hacía a lomo de mula y ante la falta de puentes, los ríos se pasaban a brazo limpio. Muchas veces puso en peligro su vida.
Sus primeras aventuras juveniles, las vivió en las ferias, apostando gallos, y se ennovió con la hija del socio de su padre, a quien con su corazón florido y henchido de ardorosa pasión, regaló flores y la visitaba en su casa como el más ferviente y devoto enamorado. La dueña de sus sueños y pensamientos era Rosalba. Aún se recuerdan con cariño su primera ilusión juvenil.
En su etapa madura se enamoró de una mujer humilde y sencilla a quien le ofreció su corazón y su libertad. En un largo romance comprendió que era la persona indicada y a quien acompañaría toda la vida, un día ante un altar en la ciudad de Pamplona le juraría su amor y compromiso eterno. Vivió los primeros años de matrimonio con su compañera, en compañía de un tío de esta.
De esta unión sagrada y bendecida por la confianza y el amor, nacieron cinco hijas. La mayor, una linda niña, a quien su esposa le buscó un nombre, que a su parecer era muy raro: Lidys Mayerli. La segunda hija, llegó a los pocos meses, el nombre lo escogieron entre ambos: Patricia. La tercera hija, Carolina, compañera inseparable de sus padres. Hubo un receso y a los cinco años nació la cuarta hija: Dayana Lucía y al año, la última: Jennifer.
Sus hijas, su mayor orgullo. Por ellas luchó y aún lucha desde la fría prisión de Cómbita, por ellas quiere demostrar su inocencia y convencer a las autoridades colombianas y norteamericanas, que los delitos que hoy se le indilgan son falsos.
Después del nacimiento de su segunda hija le diagnosticaron una enfermedad terminal, conocida como papilomatosis severa. Por tal razón lo han operado tres veces: en el Hospital de Sogamoso, Boyacá, en el Hospital Universitario de la UIS y en la Clínica Ardila Lulle de Floridablanca. En el año que la DEA lo capturó, estaba programada una cuarta intervención quirúrgica, que de no hacérsele degenerará en un cáncer.
Sus hijas, con enfermedades graves, han requerido intervenciones y hospitalización. Estas enfermedades son propias de las zonas de colonización, dadas las condiciones de insalubridad y falta de asistencia médica preventiva y especializada. Su hija mayor sufrió de niña de fiebres reumáticas que casi le deforman las extremidades superiores, especialmente, las manos. El tratamiento doloroso y prolongado, le bajó las defensas y quedó expuesta a ser atacada por cualquier enfermedad. Esta situación ocasionó que interrumpiera sus estudios profesionales y al final terminara una tecnología, pera dada la situación de desempleo en el país, no ha podido ubicarse laboralmente. Actualmente vive en Yopal, Casanare, intentando buscar mejores horizontes. Claudia, su segunda hija, se contagió de la misma enfermedad, con necesidad de tratamiento médico especializado en la ciudad de Bogotá. Por las secuelas de la enfermedad y prescripción médica, interrumpió sus estudios de Medicina Veterinaria en la Universidad Cooperativa de Colombia, en Bucaramanga. Después de permanecer postrada en una cama por largo tiempo, una tía le ofreció la oportunidad de cambiar de ambiente y con ella viajó a Yopal. Allí terminó Tecnología Agropecuaria. Actualmente presta asistencia técnica en algunas fincas de la región, a través de contratos a término fijo, que la mayoría de las veces duran tres meses. Carolina, su tercera hija, sufrió de meningitis aguda, con secuelas permanentes diagnosticadas y asociadas con deterioro cognitivo. Estas dificultades intelectivas no le permitieron terminar su bachillerato y en el momento asiste a su madre, quien padece de cáncer terminal, que hizo metástasis en los pulmones. Los médicos la desahuciaron y está en la casa de una cuñada esperando el desenlace final. La situación familiar de abandono y orfandad, es la mayor preocupación de este campesino sindicado de un delito que no cometió.
La enfermedad de su esposa ocurre en el momento menos esperado. En ese año, 2006, se aprestaba y preparaba el terreno de la finca para producir productos de pan coger, gracias a un préstamo que le hiciera el Instituto de Desarrollo Agropecuario de Arauca, IDEAR, dejando como prenda de garantía su finca, localizada en la vereda Fundación del Municipio de Arauquita. El traslado de urgencia de su Señora esposa a Bogotá, remitida al Instituto Cancerológico por el Hospital Regional del Sarare, lo obligó a permanecer en esta ciudad.
El frío de Bogotá y la difícil situación económica por la que atravesaba, hicieron crisis en su deteriorada salud. Por recomendación visitó a su médico tratante por la papilomatosis y se trasladó a la ciudad de Bucaramanga. Ya en esa época no podía regresar a la finca ni al pueblo donde había echado raíces, porque el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, desplegó un operativo de enormes proporciones en la Región, sindicando a quienes habitaban allí, de ser auxiliadores de la guerrilla. Los militares posicionados en el área donde está ubicada su finca, elaboraron listas a través de datos obtenidos por la red de informantes y por temor a ser retenido en las capturas masivas que diariamente se hacen, delegó a un amigo de la región para que se la cuidara. Actualmente todo está abandonado.
Su paso por Bucaramanga donde una hermana que lo alojó, le devolvió la esperanza. Junto con el traslado de su esposa, quien se recuperaba del largo tratamiento de quimioterapia y radioterapia a la que fue sometida, le mejoró significativamente la salud y hasta subió de peso. Con ella pensaba radicarse en esta ciudad y mandó a traer a sus hijas. Pensaba importar abono de Venezuela para venderlo a los cultivadores de palma africana de Casanare y el Meta. Alcanzó a averiguar los precios de venta en Colombia, incluidos los fletes de transporte y la cantidad de abono requerida. Pero una vez más el destino le juega una mala pasada.
Lleno de alborozo y alegría madrugó a hacer los trámites correspondientes. Era el día de sus cumpleaños y como de costumbre, se arregló lo mejor que pudo, para dejar una buena impresión en las oficinas donde legalizaría la importación del abono. A las diez de la mañana recibió una llamada de un conocido de Arauca, JORGE EDUARDO MURCI DUARTE, quien lo citó a un hotel de Bucaramanga, para comentarle sobre un negocio. Ingenuamente, el Señor Joaquín le confirmó su presencia en el lugar convenido y estuvo puntual en la cita, como buen campesino.
Nunca se imaginó que esta cita le marcaría su vida, ni mucho menos que le depararía un amargo destino. Acababa de llegar al lugar convenido, el informante de la DEA pidió un trago y se lo ofreció al cándido hombre. En ese instante aparecieron unos hombres armados y lo esposaron ante la mirada fría y cómplice del informante. Lo metieron en un carro blindado y lo condujeron a la Fiscalía sin mediar una palabra. De allí un Fiscal le permitió hacer una llamada a su esposa. Ella enferma y desvalida no podía creer cuando su esposo le informó que se lo llevaban para Estados Unidos pedido en extradición. El médico de la DEA, lo examinó y encontró dificultades respiratorias, sudoración fría y taquicardia.
Al momento acudió a las oficinas de la Fiscalía de Bucaramanga su hermana a quien le informaron del operativo. Presurosa se identificó y subió por las escaleras. Al enfrentarse a los temibles miembros de la DEA, un frío recorrió su cuerpo, no daba crédito a lo que oía: su hermano iba a ser extraditado a los Estados Unidos porque debía comparecer ante una Corte de New York, por los delitos de narcotráfico y terrorismo. Los agentes de la DEA, le comunicaron que ese día se lo llevaban a la una de la mañana y no se lo dejaron ver.
Ella suplicó al Fiscal que le permitiera verlo por última vez y este accedió. El encuentro fue triste, los corazones palpitaban fuerte y un terrible temblor se apoderó de la humilde y jadeante humanidad del inocente campesino. Las palabras se atropellaban en los labios, porque no había explicación ante los insólitos acontecimientos. Todo era silencioso. Las sombras de la tarde empezaban a cubrir de oscuridad el siniestro lugar. Un último favor a los carceleros, dejarle llevar unas pocas pertenencias y una chaqueta para guarecerse del frío. Nuevamente la requisa y una vez más ser tratados como delincuentes.
Al final la despedida frente al poderoso carro blindado que lo conduciría al aeropuerto, un abrazo fuerte, estremecedor y ya no cruzaron más ni una palabra, tan solo la mirada lánguida y estremecedora de quien es llevado al patíbulo para ser enjuiciado y la mirada esperanzadora de quien cree en la justicia que emerge de la lucha de muchas manos que se enlazan para decir ¡basta ya!
¿Porqué quitarle la alegría de morir tranquilamente en el único refugio pródigo y seguro en el que creyó y que tanto amó?

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